Artículo publicado en revista Elite de Venezuela de 1985.
Se hace imprescindible e impostergable una profunda revisión en los cimientos de nuestra Medicina actual. Sólo así la unidad inquebrantable de la naturaleza humana recuperaría su lugar. Desandando el camino retomamos el correcto.
Ver el organismo humano como una unidad donde ninguna parte de él, ni la más pequeña es irrelevante para el todo, es la nueva forma que la medicina podría tomar y es muy posible que surgieran las respuestas deseadas y tan esperadas durante tanto tiempo.
Nos encontramos contra la pared con las enfermedades degenerativas: artritis, cáncer y muchas más que aún no le tenemos nombre. Desconocemos todo acerca de ellas. Los niños cada vez son más débiles, enfermizos, pálidos, fofos, blandos, con el cabello rojizo, pajoso, desmineralizado, tan enfermos que se ha hecho una obligación tenerles un pediatra permanente.
Esta investigación basada en el trabajo de muchos pioneros que a lo largo de los años han intentado modestamente desentrañar los misterios que la boca guarda: Andressen, Macary, Ramón Torres, etc. nos presentan un panorama diferente. Este nuevo punto de vista nos confiere la visión del organismo humano como un todo completo, perfecto y sincronizado poseedor de una plenipotencia que la naturaleza le ha otorgado. Para dar un ejemplo de esta maravilla me refiriré al caso de los niños que nacen con labio y paladar fisurado. Este drama congénito obtiene su remoción del cuadro en forma total solamente equilibrando la función de la boca del pequeño mediante aparatología suelta y floja que actúa por medio de los reflejos del organismo y no por la voluntad del niño. Lo más espectacular es que no es necesaria intervención quirúrgica ninguna, lo que antiguamente representaba la parte más difícil y dolorosa en este tipo de tratamientos. (trabajos del Dr. Jaime Friedman de Brasil)
-Me empeñé en la larga y difícil tarea de dar a entender al ser humano que el orden natural no podía seguirse despreciando y que mientras más nos alejásemos de él continuaríamos avanzando hacia nuestra propia destrucción.
En el curso de esas investigaciones comprendió que la lógica de las leyes naturales habla por sí sola y que la boca era lo más hábil y sensible que el hombre posee.
– Sus primeros reflejos neutrales están en ella, la sensibilidad de dientes y lengua no podían ser sólo para comer.
En medio de esos estudios conoció al médico español Pedro Planas quien expuso en un Congreso que dichos aparatos en boca, lograban eliminar la estirilidad y conseguían hacer parir normalmente a mujeres que en otras condiciones debían ser intervenidas de cesárea; niños detenidos en su crecimiento, crecían y las anomalías craneofaciales flagelo de nuestro tiempo, cedían para lograr un armónico y coordinado crecimiento de la cara, cráneo, maxilares, etc.
Médicos argentinos también habían comprobado que los aparatos ortopédicos colocados en la boca curaban las infecciones orales, las disfunciones de la mandíbula y el malestar general.
– Pensé que todo esto no podía ocurrir porque sí, y que debía existir una explicación biológica, química, anatómica, fisiológica. Con este planteamiento fui repasando y observando cada uno de los fenómenos que ocurrían al ser colocados en la boca los aparatos de Ortopedia Funcional Maxilar.
Los resultados fueron los siguientes: en un respirador bucal se producía de inmediato el cierre de su boca y comenzaba a hacer Hiperpneas continuas y apresuradas, el niño enurético dejaba de orinarse en los siguientes días o a veces en el mismo día de iniciado el tratamiento.
– Recordé la teoría del doctor Planas acerca de la Rehabilitación neurooclusal, que hablaba de un comando eléctrico de la boca hacia el cerebro y pensé que se trataba de un fenómeno eléctrico. Allí surgió mi respuesta pura y simple: Al colocar en boca un aparato ortopédico maxilar que ordenase la postura correcta de la línea media, de altura – dimensión vertical – suelta y flojamente sin apretar ni dañar nada, se producía la recuperación inmediata de la respiración.
Sucedía que al retirar momentáneamente el aparato, el paciente volvía a la posición viciosa y se abría sin tono la boca, regresando al punto de partida patológica.
– Pensando con lógica pude deducir que el ser humano vive de dos funciones vitales: respirar y comer. Entre éstas, una depende de la otra, o sea respirar depende del comer o de toda la funcionalidad correcta de la boca. Llegué a la primera conclusión: La boca comanda el área respiratoria y por ende la vida misma.
– Durante casi cinco años a la fecha, he ido demostrándome a mi misma y a los demás que esta ley es lógica, factible, razonable. Fui repasando la medicina in extenso y me di cuenta de que esta gran verdad iba abriendo puertas cerradas, inexpugnable, y que había tantas incógnitas en la patología médica que encontraba clara y precisa respuesta en este modo de ver las cosas.
Sonia Mendoza de Rojas asegura que logró entender el por qué de enfermedades como parálisis, la epilepsia, el Parkinson, los desmayos, vómitos de las embarazadas, los mareos, el Meunir, dolor por disfunción miofacial; dolores en el cuello, espalda, cintura, columna, etc. Sinusitis, rinitis, alérgica, alergias en general; las malformaciones no sólo craneofaciales sino generales, las virosis, la esterilidad, y el cáncer y con él, todas las enfermedades degenerativas.
– La naturaleza humana tenía un comienzo de vida, de movimiento al nacer y era lo último en terminar de moverse en su muerte: la boca. Esto demostraba que la vida es un equilibrio permanente y un estado de tonus muscular dado por el grado de oxigenación óptima, de no ser así, el primer indicio de enfermedad y debilidad es la pérdida de dicho tonus.
Para la doctora Mendoza resultaba impresionante ver los cambios que se operaban en los niños difíciles, hiperquinéticos,